Marcas y Matasellos

Henrique Barona Leal

A LO LARGO de la historia del Correo vemos que las indicaciones que se colocaban en los documentos, cartas, sobrescritos y demás, van evolucionando, a la vez que se modernizan y se hacen más rápidos los sistemas de transportarlos.

Inicialmente el envío de la correspondencia se realizaba de mano en mano, por medio de un intermediario, encargado de llevarla. Era el correo. Y estos documentos sólo llevaban, en su parte externa, la dirección del destinatario, puesto que el nombre del mismo ya o conocía el correo portador de ella.

El siguiente paso de da con el “papel postal sellado”. Quien primero aplicó este sistema fue la República de Venecia, cuando comenzó, en el siglo XVII, a adoptar unos folios que llevaban impreso el león de San Marcos y las siglas “AQe” (acque). Y aquí nace el verdadero servicio postal, puesto que estos pliegos habla que comprarlos, con o cual se pagaba el porte del envió de esa correspondencia.

Viene después, y casi de forma inmediata, o que conocemos como “sellos en seco”, o sea impresiones en relieve hechas en el mismo papel. Como ejemplo tenemos los famosos “caballitos” de Cerdeña, los cuales llevaban una figura de un caballo al galope, montado por una figura humana tocando la corneta del correo. Estas impresiones en relieve estaban enmarcadas de distinta forma: circular, elíptica u octogonal. Cada uno de los enmarques representaba un valor distinto de 15, 25 y 50 céntimos, respectivamente.

Ya metidos en el siglo XVIII nos encontramos que los Servicios de Correos están normalmente establecidos y por su utilización cobran unas tasas, por cierto, excesivamente elevadas para aquella época. Entonces en las envueltas de las cartas se colocan unas marcas que suelen ser puestas en el lugar de salida de la correspondencia, y que indican el nombre de la población de donde proceden. Estamos en o que hoy llaman los coleccionistas “época prefilatélica”.

MARCAS PREFILATELICAS
Estas marcas suelen llevar el nombre de la población en abreviatura o completo, y suele estamparse en tintas grasas de color negro o rojo, aunque se conocen también en azul y verde. Las estampa-clones se hacen en dos o tres filas de letras, dejando una o dos de ellas para la región y la otra para la población (que se suele colocar en abreviatura).

Las cartas aparte de las marcas anteriores o de salida, pueden llevar marcas de tránsito o porteos. Las primeras indican algún punto concreto por donde pasan; y los porteos, el sobreprecio que se les hace pagar por exceso de recorrido o de peso.

Los pocos usuarios del Correo de aquel entonces, se quejan de que el servicio no funciona con la debida rapidez; algunas de las veces podía ser verdad, pero otras, la culpa la tenia el propio usuario, que encontraba más práctico el que cargara con la culpa de su pereza en escribir, el Servicio de Postas.

Para subsanar esto los Servicios de Correos idean el que las marcas lleven una fecha, la cual se estampaba en la cubierta de la carta en el momento en que era depositada en las administraciones postales, con ello dejaban constancia de cuando habían recibido ellos la misiva para su transporte. Nace así el sello de fechas, que en España se implantó pocos años antes de la aparición de los sellos adhesivos. Es el que los coleccionistas conocemos como “matasellos Baeza”. Que llevaba el nombre de la población en la parte superior; y si ésta era capital de provincia, tres estrellas en la inferior. Si no era capital de provincia, llevaba el nombre de esta en la inferior.

Con la aparición del sello adhesivo se revoluciona todo el sistema postal de las naciones civilizadas, pero no por ello desaparecen los matasellos fechadores, ellos dan fe de cuando se ha depositado en Correos la misiva.

MATASELLOS MUDOS
En los primeros años de uso del sello adhesivo, en el anverso del sobrescrito se estampaba el sello de fechas, y para anular el sello adherido, se le colocaba una marca de anulación; son los matasellos mudos.

Estos matasellos mudos podían ser de variadas formas. El primero de los empleados en nuestro país, es el llamado “araña”. Posteriormente, y en años sucesivos, van apareciendo otros, como la “parrilla” (año 1 852), en sus dos versiones de “parrilla normal” y “parrilla pequeña”; la “rejilla” (año 1 856); la “parrilla con número” (año 1862), y otros muchos más.

Juntamente con estos matasellos, y debido muchas veces al desconocimiento de las normas por parte de los empleados postales, se emplean además para anular los franqueos las marcas que se habían utilizado en la época prefilatélica. Buenos ejemplos de ello los tenemos en las cartas que han llegado hasta nosotros, correspondientes a las primeras emisiones de los años comprendidos entre 1850 y 1860.

El resto de matasellos mudos o semi-mudos (llamados así por llevar sólo una inicial o una cifra) que fueron usados en nuestro país, los relacionamos a continuación:

Rueda de carreta, que aparece en el año 1 858, conociéndosele variedades como la número 40 o “rueda de carreta modificada de Salamanca”; la “modificada de Tarragona”; la “sin número” de Santa Maria de Ortigueira (Coruña); la también sin número de

Arzua (Coruña); la “número 6 modificada” de Málaga; y la número 31, “modificada de León”.

Rombo de puntos, matasellos que aparece en el año 1870.

Rombo de puntos con estrella, del año 1876.

Taladro de puntas, diseñado en 1876 con el fin de evitar que los sellos de franqueo fueran utilizados de nuevo. Tuvo que ser suprimido, ya que los usuarios se quejaban de que no sólo se inutilizaba el sello, sino que también o hacia con la carta. Se le limaron las puntas y estuvo en servicio hasta el año 1877.

Estos son los matasellos mudos más destacados de España, aunque se utilizaron muchos otros, como las “parrillas” de Valencia y Baleares; la “parrilla” de Carril; las “barras” de Valencia; el “óvalo de puntos cuadrados” de Burgos; el “circulo de puntos cuadrados”, y muchos otros más que harían muy prolija la descripción.

MATASELLOS PARLANTES O FECHADORES
Sucesivamente a los matasellos mudos, van apareciendo distintos modelos de fechadores, desapareciendo así, en el año 1 854 el llamado “tipo Baeza”.

Para sustituir al anticuado “Baeza” se crea el conocido como “tipo 1” el cual es uno de los más hermosos matasellos utilizados por el Servicio Postal español. Consiste en dos círculos concéntricos. El espacio comprendido entre ambos leva el nombre de la población en la parte superior, y si ésta es capital de provincia, leva una estrella en su parte inferior; si la población no es capital de provincia, entonces en la parte inferior leva el nombre de la provincia a que corresponde. En el circulo central va colocada la fecha, con letras rectas.

En 1 857, el fechador “tipo 1” es sustituido por el “tipo II”, que es algo más pequeño de diámetro, y las letras del círculo central, que corresponden al mes, están inclinadas hacia la izquierda.

A partir de 1874 comienza a ser utilizado uno nuevo, de mayor diámetro, pues tiene 27 mm. El circulo exterior. Y es sustituido a los cuatro años por el que conocemos como “matasellos trébol”.

El trébol, está formado por círculos concéntricos también, entre los cuales va el nombre de la población, y en el interior del circulo menor lleva un dibujo en forma de trébol de cuatro hojas, donde están situados los números del día, las tres primeras letras del mes y los dos últimos números del año en curso. Estuvo vigente hasta el año 1900.

Y el último de los fechadores circulares que comenzó su servicio en 1 882, es el que con ligeras variantes en su diámetro y en la disposición de letras y cifras ha legado a la actualidad, llevando en su circulo central, dos líneas horizontales paralelas entre las cuales va colocada la fecha.

Además de estos fechadores ordinarios de forma circular, Correos ha utilizado otros con muy variadas formas, los cuales pasaremos a describir a continuación.

FECHADORES AMBULANTES
Con la creación de las líneas férreas que cubren casi todo el territorio nacional, el reparto de la correspondencia se agiliza. En los trenes se instala un furgón postal, que se encarga de llevar y distribuir las sacas del Correo. A este furgón se le dota de unos matasellos, los cuales siempre se han diferenciado de todos los otros fechadores por su forma, y por las siglas que llevan.

Los primeros matasellos ambulantes tienen forma elíptica. Su escasez, los hace poco conocidos y estudiados.

Los siguientes que se conocen son circulares, con dos círculos concéntricos. Llevan en el espacio que existe entre ambos, además del nombre de la línea férrea en que son utilizados, dos pequeños círculos, tangentes a los dos grandes; en dichos circulitos van impresos los números de la expedición.

Pero el fechador que define por excelencia al matasellos ambulante, es el de forma octogonal, que es el usado en la actualidad. Como su nombre indica está formado por un octôgono, que tiene en su interior dos líneas horizontales paralelas, que b dividen en tres partes, en la superior leva la abreviatura de “AMB.”, en la central el fechador propiamente dicho, y en la inferior el nombre de la línea por la que se usa.

FECHADORES DE CORREO AEREO
Son los de más moderno uso, ya que se crearon a la vez que el servicio de correo aéreo, ya bien avanzado el siglo XX. Su forma es hexagonal, con dos de los vértices del hexágono situados en los extremos superior e inferior.

Con este último apartado, espero haber tocado de una manera sucinta, toda la gama de marcas y anulaciones que se han estampado sobre los documentos postales de forma manual, dejando el suspenso, y para un mayor estudio las anulaciones de símbolos como las de “P.P.” (porte pagado); Después de la salida”; “Franco”; las cifras de los porteos; las carterías; el correo interior, y tantas otras de las que tenemos ejemplos en nuestra rica Historia Postal.

Asimismo no he querido enumerar los matasellos usados mecánicamente (rodillos), o los utilizados con fines propagandísticos, llamados “especiales”.